viernes, 14 de noviembre de 2008

Ravel con instrumentos originales

Reconozco que escuché el disco por puro morbo, pues la cosa sonaba a monumental tomadura de pelo. Además, lo poco que hasta ahora conocía de Van Immerseel me gustaba más bien poco: un Schubert irregular y un disco Tchaikovsky -plano, aburrido, deslavazado-que no vale un pimiento. Pero sin embargo este compacto dedicado a Ravel, grabado con fabulosa toma de sonido, me ha terminado pareciendo si no redondo, sí al menos de considerable interés.

¿Aportan algo a Ravel los instrumentos originales? Originales del tiempo de Ravel, se entiende. Pues sí: se gana considerablemente en colorido y sensualidad, lo que en este compositor resulta determinante. Como además los músicos de su orquesta Anima Eterna son bastante buenos, páginas como la Rapsodia Española o el Bolero adquieren coloraciones insospechadas de lo más atractivas. Claro que no siempre es así, pues la cuerda de la Pavana para una infanta difunta suena canija y deshilachada, y la moderación del vibrato no parece que la beneficie en absoluto. El piano Érard de 1905 es una curiosa opción en el Concierto para la mano izquierda, aunque no suonga ningún descubrimiento en particular.

Bueno, ¿y la "interpretación" propiamente dicha? Van Immerseel recoge una frase del propio compositor según la cual su música no tenía que ser "interpretada", sino exclusivamente "tocada". Una tontería como la copa de un pino, claro, pues el tiempo ha demostrado que diferentes ópticas interpretativas han conseguido arrojar nuevas luces sobre estas partituras -como de muchas otras- y realzar así su grandeza.

Van Immerseel en realidad sí interpreta, y lo hace dentro de una línea digamos tradicional, muy francesa (el tópico parece aquí válido), de una elegancia indolente que tiene que bordear, sin caer en ello, cierto hedonismo decadente, poniendo la morbidez del colorido y la sensualidad del fraseo por delante de las brumas, la tensión interna y el dramatismo. Un enfoque que le sienta muy bien aquí a la Rapsodia Española, que conoce una notable interpretación, no tanto a La valse, bien trazada pero no muy ominosa, y algo menos al Concierto para la mano izquierda, un tanto superficial, o al celebérrimo Bolero, en el que se echa de menos una acumulación de las tensiones más calculada.

El director holandés, por lo demás, procura usar pinceles finos y revela, con la ayuda del colorido de estos instrumentos, nuevos e interesantísimos detalles en una partituras que todos tenemos más que trilladas, sobre todo en lo que al tratamiento de la madera grave se refiere. Por desgracia, y a pesar de la buena voluntad, en más de una ocasión cae en el efectismo más descarado. La pianista Clarie Chevallier se limita a cumplir con solvencia en una partitura que, en su genialidad, demanda un compromismo expresivo extremo. En cualquier caso, el disco merece la pena ser escuchado.

No me resisto a relacionar mis versiones discográficas favoritas. Para la Pavana y el Bolero ma parece absolutamente genial lo que hace Jean Martinon (EMI), más aun que en La Valse, donde me fascina igualmente Charles Dutoit (Decca: casi todas sus grabaciones de Ravel son formidables). Para la Rapsodia, de nuevo sin dudarlo, me quedo con Celibidache/Munich (DVD Ideale), quien tiene asimismo un Bolero (en ese mismo DVD o en el CD EMI) que es casi tan bueno como el citado de Martinon. El genial Concierto conoce una interpretación difícilmente superable en manos de Zimerman y Boulez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ismael:
Celebro que te guste este disco de Ravel. Es una delicia, como también lo es su reciente Beethoven en Zig Zag, aunque esta apreciación sea del todo subjetiva. Te recomiendo el disco que la pianista Claire Chevallier acaba de grabar recogiendo piezas de Satie e interpretadas en un piano de época.

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