jueves, 7 de octubre de 2010

Motivos para la esperanza

Aunque no soy de los que piensan que actualmente todo lo que a la enseñanza se refiere es un desastre y que lo que los profesores hacemos no sirve para nada, lo cierto es que cada curso que pasa uno se va volviendo pesimista, vistas las cosas que se ven. Y sin embargo hay días en los que algo mágico ocurre, recuperas la confianza en tu trabajo y piensas que no todo se presenta negro para los lustros venideros. Que hay motivos para la esperanza.

Esta misma mañana he vivido uno de esos momentos irrepetibles. Me he atrevido a ponerle a una clase de 2º de la ESO (un grupo con un comportamiento por encima de la media que hoy se lleva, todo hay que decirlo) la canción Morgen de Strauss, en la versión de Jessye Norman que incluye el DVD filmado frente la catedral de Salisbury. Y se mantuvieron -con alguna inevitable excepción- muy atentos y callados. Y siguieron los subtítulos. Y yo diría, por los semblantes, que unos cuantos se conmovieron.

Mientras tanto, quien firma estas líneas lloraba por dentro con profundísima emoción. No, no todo está perdido. Nuestras nuevas generaciones, las de la era de Belén Esteban y compañía, aún guardan un espacio para la belleza.

10 comentarios:

Sergio dijo...

En un mundo tan roto como el que le estamos dejando a las futuras generaciones, personas con sensibilidad y deseos de formar personas como Vd. son las que hacen falta. La esperanza siempre existe y nunca debemos desanimarnos ante tanta mierda, perdón por la expresión, pues la belleza, la bondad, la verdad siempre permanecen. Gracias por estar ahí y gracias por creer en que sigue siendo posible "lo bueno". Mucho ánimo. Un cordial saludo.(Por cierto, genial Norman/Strauss)

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Gracias hay que darles a todos los que, de una manera o de otra, siendo artista, productor discográfico o simple melómano como nosotros, consiguen (conseguimos, todos a una) que tanta belleza no se pierda para siempre en el océano de la subcultura globalizada.

(¡Y vaya cómo está la Norman, desde luego!)

Titus dijo...

A mí me pasó una vez algo parecido cuando les puse un fragmento de Dido and Aeneas y otro de Porgy and Bess a una clase de primero de bachillerato. Pero no he vuelto a tener la oportunidad de repetir la experiencia desde entonces, nunca he vuelto a encontrarme con un grupo que me ofrezca las mínimas garantías.

Anónimo dijo...

Los jóvenes que saben apreciar estos y otros compases son más de los que parecen, pero no nos engañemos porque nos adentramos en un tema complicado. La música clásica, a priori, se presenta como algo lejano a la juventud, con precios elevados y muchísimos formalismos.
Yo no lo veo tan negro: la afición comienza normalmente más tarde, no en bachillerato y tampoco hay que generalizar, hay jóvenes que superan con creces en conocimientos musicales, a un buen aficionado de edad avanzada. Pero claro, no se gana popularidad haciéndolo saber. Además, para sacarle todo el jugo a Morgen antes hay que escuchar muchas otras obras.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Por descontado que la afición comienza más tarde que en la enseñanza media, pero para que ésta aparezca es necesario que alguien haya plantado previamente la semilla: los padres, el profe de música o -esto ya es más raro, pero no debemos olvidarlo- algún programa no especializado de radio o televisión.

Por otra parte, ¿quién ha hablado de sacarle todo el jugo a Morgen? Eso no lo hacen mis alumnos, no lo hago yo y posiblemente tampoco lo hagan tampoco muchos buenos aficionados. Es grande esa música, muy grande.

No creo que ningún educador pueda (ni deba) intentar que los alumnos "comprendan" la música, o las artes en general, como lo hace un aficionado con años a sus espaldas. De lo que se trata, creo, es de abrirle una puerta a los chavales, de decirles que "eso" está ahí, de darles algunas pistas de cómo acercarse a la música para que luego, si su voluntad y sensibilidad les anima a ello, puedan disfrutarla. De mostrarles que hay por ahí cosas muy bellas que no se ven ni se escuchan por televisión, pero que también están a su alcance, aunque no sea acudiendo a un concierto (ay, los precios), sino escuchando música enlatada tal y como hemos hecho todos en nuestros comienzos.

E insisto, a mí me ha dado mucha felicidad a lo largo de estas primeras semanas de curso hacer que varios grupos de preadolescentes hayan visto por primera vez en su vida (aunque sea en DVD) a una orquesta sinfónica, a un maestro con su batuta (¡cómo se reían al principio con las caras del director!) o a solistas vocales cantando fragmentos de zarzuela y ópera, o canciones tan maravillosas como esta de Richard Strauss.

XS dijo...

Mal empezamos si pensamos que el disfrute de una canción como Morgen tiene algo que ver con el "jugo" que podamos sacarle. La apreciación de una obra de arte, aunque varíe sensiblemente según la edad y la formación de quien la contemple, nunca puede compararse a la de esa primera vez que todos nosotros recordamos (yo jamás podré olvidar la primera vez que escuche una orquesta en directo y, por entonces, no sabía ni lo que era la clave de sol). Estoy convencido de que muchos de tus alumnos, más de los que puedas imaginar, tampoco olvidarán esa clase en la que escucharon Morgen por primera vez. Quizá si repitieras más a menudo la experiencia te sorprenderías de lo que son capaces de apreciar. Yo, desde que les puse a mis alumnos -que, por cierto, por entonces tenían nueve años- en DVD la Flauta Mágica no dejo de alucinar recordando el silencio y la atención con que la vieron.

Eugenio Murcia dijo...

Yo recuerdo que en el Bachillerato un profesor de literatura nos ponía en clase films como "El séptimo sello" o "Romeo y Julieta" (la versión de Zeffirelli). Yo creo que eso hoy en día es impensable. De hecho, ya en la universidad recuerdo que compañeros mios supuestamente interesados por la historia despreciaban abiertamente "El gatopardo" de Visconti. Lamento haberme centrado en el cine, pero creo que la situación es extrapolable a la música clásica. Yo, personalmente, me converti en melómano por propia iniciativa, influido por una serie de lecturas y por las conmemoraciones del año Mozart (1991).

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

En mi caso concreto, la afición de la música se la debo fundamentalmente a mi padre, pero aun así recuerdo con claridad el día en el que el tutor de Sexto de EGB nos puso la Pastoral (en la portada estaba Karajan, que yo no sabía por entonces quién era, claro). Y más intentamente recuerdo aún la ocasión en que la profesora de Histgoria de la Música (asignatura por entonces obligatoria en Primero de BUP, hoy bochornosamente desaparecida) nos puso la Guía de Orquesta para Jóvenes. Estuve varios días con la parte de la fuga metida en la cabeza...

Por eso mismo intento ahora hacer lo propio con mis alumnos, sea en mis asignaturas de sociales o cuando me toca, por los habituales problemas de horario de los institutos, impartir alguna música. Hace cuatro años me tocó por primera vez dar música en Primero de ESO, y les puse "La zorrita astuta" en la maravillosa versión del Chatelet. ¡Les encantó! Y algunos se pusieron tristísimos cuando matan a la zorrita.

También recuerdo cuando la profesora oficial de música del instituto vio el DVD sobre la mesa. "Qué es esto", preguntó. "Una preciosa ópera de Jánacek que le he puesto a los niños". "Aaaaaaaah, ¿y ese de qué época es?".

bruckner13 dijo...

Lo que está claro que si algo tú no lo conoces es seguro que no vas a saber nunca si te gusta o no. Lo que ha hecho Fernando es mostrarles algo muy bello, ahora depende de ellos si quieren seguir descubriendo obras. Bien sabes Fernando mi amor por la música de Strauss el bueno, y Morgen no es una excepción en mis predilecciones straussianas. Junto a el tercero de los 4 últimos lieder es mi canción favorita del alemán. A Strauss lo voy conociendo poco a poco y no me canso de realizar descubrimientos semana tras semana. El último: su música coral con el Motete Alemán a la cabeza cantados por el Accentus. Que no se te olvide escucharlo, jijiji.

P.D.-Yo seré una excepción ya que empecé a amar la música clásica en bachillerato.

Anónimo dijo...

Soy el anónimo de antes:

Realmente estamos de acuerdo en todo, cuando comentaba lo de que "para sacarle todo el jugo a Morgen antes hay que escuchar muchas otras obras" simplemente me refería a que yo no la habría escogido como una obra para introducir a chavales en la música clásica (y por supuesto lo digo desde mi propia experiencia que lógicamente no tiene por qué ser la misma que la de otros, así pues, no hay ningún reproche).

Lo único, es que no comparto ese ambiente de pesimismo respecto a los posibilidades de los jóvenes. Me canso de oír hablar por otros lares de la "sordera" de los chavales, y de que es una generación sin un ápice de sensibilidad. Tampoco hay que ponerse dramáticos...

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