lunes, 4 de abril de 2011

Incompetencia en la Orquesta de la RTVE

El título de esta entrada no se refiere precisamente al nivel técnico que la Orquesta de Radio Televisión Española ofreció bajo la batuta de Carlo Rizzi el pasado viernes 1 de enero, que a mi entender fue muy notable, sino a una chapuza en la planificación de la velada mal resuelta por quienes tienen a la postre que dar la cara, es decir, por los gestores de la formación. En principio la primera parte incluía El Moldava y el estreno de un encargo de la Fundación Autor y la AEOS a Eduardo Pérez Maseda, para reservar la segunda nada menos que a la monumental Sinfonía Fausto, cuya duración ronda los setenta y cinco minutos. No hace falta decir que la mayoría del personal -no es mi caso, que acudí por el Liszt- estaba allí por el bellísimo poema sinfónico de Smetana. Pues bien, una vez sentados todos en el Teatro Monumental se anuncia por megafonía que "por razones ajenas a la orquesta, no se interpretará El Moldava. Ni anuncio en la puerta, ni devolución de entradas a quien lo desease, ni disculpas por parte de la organización. ¿Razones? En Facebook (enlace) se da una pista:

"Lamentamos anunciar que se suprime Moldava de B. Smetana del programa de esta semana. El director ha estimado que el programa es demasiado largo y complicado y ha preferido dedicar más tiempo a las otras dos complejas obras. Los programas de este tipo han sido demasiado frecuentes esta temporada y esperamos que, por el bien de todos, la temporada que viene la programación sea más razonable."

Leyendo entre líneas, me permito aventurar que la longitud del programa hizo a Rizzi pedir más horas de ensayos, cosa que probablemente -y con razón- los sindicatos no habrán querido aceptar. O a lo mejor no y ha sido cosa únicamente del maestro milanés. Sea como fuere, lo que está claro es que la responsabilidad última es de la gerente María José Prieto Falcón, y que esta en lugar de resolver el asunto debidamente (más dinero para pagar ensayos extras, o bien reconocer el error de confeccionar un programa tan dilatado y pedir disculpas) ha salido del paso con una chapuza que ha supuesto una patada el en culo a quienes nunca se les puede propinar: a los que hemos pagado la entrada.

Lo peor, en todo caso, fue lo que vino después: la muy mediocre calidad de la obra de Pérez Maseda, que tras cinco minutos de cierto atractivo revela una lamentable pobreza de ideas y termina aburriendo a las piedras. Sinceramente, para ofrecer una obra de semejante "dureza" para el oído de los abonados de la RTVE -no precisamente acostumbrados a realizar un gran esfuerzo-, mejor se hubiera optado por, pongamos por caso, el impresionante Concierto para Orquesta de Elliott Carter, por citar una obra con el mismo nombre y estética no muy lejana. Los aplausos fueron terriblemente fríos y desganados, y eso que la interpretación (¡magnífico el timbalero!) resultó formidable. El ambiente de la sala se podía cortar con un cuchillo. A la salida, una señora le decía a otra "¡menudo mamarracho nos han colocado!". No seré yo quien les lleve la contraria.

La segunda parte sí dejó a todos satisfechos: una obra maestra que se hace poquísimo (porque es muy cara: coro masculino y tenor dramático para tan solo unos minutos) en interpretación de muy alto nivel. Por descontado que hemos de olvidarnos de las más grandes interpretaciones discográficas de la partitura (a mi juicio las de Bernstein, Muti y Solti, por este orden, y sin incluir a Barenboim, mal que le pese a algún amigo mío), pero en cualquier caso Carlo Rizzi dirigió con gran convicción, gusto irreprochable y -sobre todo- excelente trazo, sin lagunas, a lo que contribuyeron unos tempi más bien rápidos pero en absoluto precipitados. Obtuvo además un rendimiento de la orquesta digno de toda admiración: pocas veces la he escuchado yo sonar así de bien.

Matizando un poco, habría que apuntar que lo menos bueno fue el primer movimiento, dicho un tanto de pasada, sin la atmósfera densa ni el ímpetu visionario deseables. Magnífico por el contrario Rizzi en el segundo: la poesía sensual, voluptuosa y un punto ingenua de Gretchen parecen venirle como anillo al dedo. La parte mefistofélica estuvo bastante bien planteada, aun sin particular incisividad. La transición a la sección coral no me pareció satisfactoriamente resuelta, pero el nivel volvió a subir en seguida gracias a la sorprendentemente buena intervención de la sección masculina del coro de la RTVE. Y mejor de lo esperable el tenor Jean-Francis Monvoisin, con poquita voz pero plausible línea, sin recurrir al falsete y ofreciendo algún regulador de gran hermosura. Creo que a todos se nos pasó el cabreo de la primera parte y salimos bastante contentos de una interpretación de un nivel que, dado lo poco que se programa esta obra, difícilmente volveremos a disfrutar en directo.

Me queda una pregunta en el aire: ¿por qué demonios no quisieron los profesores de la Orquesta de Valencia que Rizzi fuera su titular? ¡Qué oportunidad perdida!

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