jueves, 14 de julio de 2016

El Rosenkavalier de Carlos Kleiber y Otto Schenk en Viena

Como también voy a ver Rosenkavalier en Múnich, en producción de Otto Schenk y con Kirill Petrenko dirigiendo, he vuelto a una filmación que adoramos la inmensa mayoría de los melómanos: la que se realizó en marzo de 1994 en la Ópera de Viena, dirigiendo Carlos Kleiber y con otra producción distinta del propio Schenk, que por cierto también había sido filmada contando con la batuta del berlinés unos cuantos años antes y editada en doble DVD por el mismo sello que esta que ahora comento, Deutsche Grammophon.


¿Qué quieren que les diga a estas alturas de semejante maravilla? Pues miren por dónde, quizá le pueda poner algunas pegas al mítico maestro: hay momentos en las que claramente se precipita –comenzando por el mismo arranque– y no deja a la música respirar como debe, y resulta muy cierto –creo que ha sido Ángel Carrascosa uno de los pocos en señalarlo– en los que se echa mucho de menos ese particular sentido del decadentismo bien entendido, esa magia sonora y, sobre todo, esa atención a los aspectos más melancólicos de la partitura que se encontraban en la descomunal, increíble grabación de Karajan de los años ochenta para DG. Dicho esto, lo de Kleiber es asombroso por su mezcla de electricidad y elegancia, por la flexibilidad de su fraseo (¡qué dominio de la agógica!), por la manera en la que maneja colores para pasar de lo sensual a lo incisivo y burlesco en cuestión de segundos, por el desarrolladísimo sentido teatral de que hace gala en todo momento, y también por un sentido del humor que sabe ser refinado y rústico al mismo tiempo, distinguiendo bien a Ochs y su mundo del de la Mariscala. Pero lo es, sobre todo por su asombroso dominio del idioma vienés, es decir, de esos valses vieneses a los que Richard Strauss homenajea de manera tan anacrónica como sugerente a lo largo de toda esta auténtica obra maestra de la lírica. Aun con los reparos antedichos, un prodigio.


De la Mariscala de Felicity Lott, solo les diré que la primera vez que vi este video me emamoré de ella, y aún lo sigo estando. Su canto resulta todo lo exquisito y matizado que debe, pero lo más impresionante es el rostro, bellísimo, de esta señora: no se puede ser más elegante y más expresiva al mismo tiempo. Todos y cada uno de sus gestos faciales están calculados, en perfectísima sintonía con la música, para explicar la psicología del personaje. Si la Schwarzkopf sigue siendo la perfección absoluta en el rol desde el punto de vista vocal, Dame Felicity es la número uno en el plano dramático. Solo por verla a ella ya merece la pena tener en la estantería este vídeo.

Pero hay más, claro. Por ejemplo, una excelsa Anne Sophie von Otter que desprende juventud y sano erotismo como Octavian. O una Barbara Bonney algo apurada en las notas más agudas pero deliciosa haciendo de Sophie. Por no hablar del inmenso Ochs de Kurt Moll, irreprochable en lo vocal y fantástico como actor. Estupendo nivel en los secundarios, entre los que sobresalen Gottfried Hornik y Heinz Zednik como Faninal y Valzacchi respectivamente.


La producción me gusta mucho: tradicional a más no poder, respetuosa con el libreto punto por punto, suntuosa y algo más recargada de la cuenta pero muy bella en lo visual, y bien resuelta en lo que a personajes y situaciones se refiere. Entiendo que a dia de hoy cosas como esta puedan resultar un tanto anticuada, pero en una obra como El caballero de la rosa, precisamente un rendido homenaje a los tiempos pasados, disfrutar visualmente con esta Viena del segundo tercio del XVIII tan lujosamente recreada resulta un verdadero placer.

La única nota negativa la pone la edición: el formato de la imagen es 19:9, pero viene sin mejora anamórfica, lo que significa que hay que hacer zoom con el televisor y se pierde definición. La toma sonora, sin ser la mejor posible, es bastante buena, y se ofrecen los muy peculiares subtítulos de Angel-Fernando Mayo. En fin, si no conocen este vídeo, véanlo inmediatamente: se trata de una de las cuatro o cinco mejores filmaciones de ópera que existen.

Y ahora, abandono el blog por unos días mientras estoy de viaje. Hasta pronto.


5 comentarios:

Nemo dijo...

Tengo la versión de Karajan para DG, precisamente por una recomendación entusiasta de Carrascosa, hace tiempo, y en efecto me parece absolutamente maravillosa. Sin igual.

Las de Kleiber son la otra gran referencia en esta obra.

No conozco la de Solti, Bernstein o Knappertsbusch, que en teoría deben ser fantásticas.

Carlos Alberto dijo...

La verdad es que he oído hablar maravillas de esta versión de Kleiber que comentas. Igual que de la de Karajan que apuntáis. En mi caso, yo sólo conozco la versión en DVD de Solti con Kiri Te Kanawa y Barbara Bonney, que están maravillosas las dos (sin que yo entienda gran cosa de aspectos técnicos, vamos). La dirección de Solti a mi me encanta: creo que tiene una justa combinación de brío y energía -en su línea habitual-junto con humor, lirismo y esa melancolía decadente, esa agridulce amargura que destila toda la obra.
También tengo en audio la versión de Josep Krips con Christa Ludwig y Leonie Rysanek, que están muy bien también.
Intentaré escuchar las que decís... Un saludo

amd dijo...

A no olvidar a Erich Kleiber en esta obra.
Oido a Jesus Lopez Cobos. Al terminar una representación del Caballero de Carlos Kleiber (no me acuerdo de cual) le felicita y le pone por las nubes. Contestación de Kleiber: "Buenoooo.....papá lo hacía mucho mejor"
Comentario de Lopez Cobos al contarlo: "Que pena que este hombre (por Carlos) no necesite trabajar para comer".
Existe por ahí un audio del Caballero por Erich Kleiber en 1954 (Regis, Arcadia....)

Julio César Celedón dijo...

¿Cuándo no escrbirá una entrada reseñando la o las de Karajan?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Le agradezco mucho su interés, pero no sé qué pueden mis pobres conocimientos aportar sobre unas grabaciones exceocionales comentadas por voces mucho más expertas que la mía? Solo quizá una cosa: que estoy de acuerdo con los que piensan que la dirección que hizo Karajan en su grabación de estudio de los ochenta marca uno de los puntos culminantes del arte de la dirección de orquesta de los últimos cien años.

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