martes, 5 de julio de 2016

Exitoso debut de Juanjo Mena con la Filarmónica de Berlín

Bueno, pues al final he encontrado tiempo para ver, a través de la Digital Concert Hall, el debut de Juanjo Mena (Vitoria, 1965) al frente de la Filarmónica de Berlín que tuvo lugar el pasado mes de mayo, ofreciendo un programa integrado por obras de Debussy, Ginastera y Falla en los atriles. Debut quizá no deslumbrante ni revelador, pero sí bastante satisfactorio.

El concierto comienza con una Iberia de Debussy expuesta con trazo seguro, admirable claridad y una gran atención a las texturas, dicha con animación y comunicatividad, además de por completo ajena a efectismos. Eso sí, siempre en una línea antes extrovertida y vitalista que reflexiva o ensoñada, lo que significa que se puede preferir un poco menos de nervio y una dosis mayor de sensualidad y de magia sonora, particularmente en el segundo movimiento. En cualquier caso, el resultado es de considerable nivel.


Sigue el Concierto para arpa de Alberto Ginastera. Estrenada por Zabaleta, Ormandy y la Orquesta de Fildelfia en 1965, se trata de una página estupendamente escrita y de muy apreciable inspiración, sobre todo por su misterioso e inquietante segundo movimiento. Mena sintoniza de maravilla con la escritura rítmica y angulosa de la obra, pero quien deslumbra es Marie-Pierre Langlamet, a la sazón solista de la propia orquesta. De propina, una deliciosa página de Prokofiev
 
En la segunda parte, nada menos que El sombrero de tres picos. Haciendo uso de pinceles finos y contando con la complicidad de algunos solistas sensacionales, particularmente del soberbio Albrecht Mayer al oboe (otros no tanto: al fagot le falta recochineo), el maestro vasco ofrece una interpretación más que notable en la que sabe ofrecer vitalidad, entusiasmo y un muy desarrollado sentido del ritmo y del color, atreviéndose en este sentido a subrayar asperezas y tensiones sin por ello renunciar al trazo claro y refinado, ni tampoco al fraseo elegante, ofreciendo algunos momentos –el minué de la Danza del corregidor– verdaderamente deliciosos.

Ahora bien, en comparación con el milagro que realizó allá por 1964 Rafael Frühbeck de Burgos, aún hoy no igualado por nadie, hay que reparar en que Mena podría aún haber destilado algo más de sensualidad, haber enriquecido el fraseo con mayores matices y haber evitado la precipitación en la jota final, un poco rígida. Mención especial merece Raquel Lojendio, sencillamente la mejor cantante (¡qué gracia, qué estilo, qué salero!) que haya escuchado en esta parte, con la excepción, en una línea opuesta, de la inolvidable Victoria de los Ángeles. Eso sí, la soprano tinerfeña podía haber ayudado as la orquesta a decir los “oles” de una manera mucho menos germánica

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Piqué en el enlace de Frübeck. Y puede que sean las dos cosas que apuntas. Comparo un LP ripeado a 24/96 con el CD de EMI Great Recordings. Y bajaron agudos y potenciaron graves, pero poquito. El HDTT no lo tengo, pero si es tal como dices, se les fué la mano.
amd

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Ante todo, perdón por la tardanza en contestar.

Muchas gracias por la comparación, que resulta bastante reveladora: se ve que, efectivamente, Great Recordings manipuló el original para quitarle aspereza. Ahora bien, eso no significa que los otros lo hagan necesariamente mejor. He seguido escuchando cosas remasterizadas por HDTT y casi siempre se les va la mano: se gana en relieve y en presencia sonora, pero potencian tanto los agudos que el resultado suele ser estridente.

En fin, que uno no sabe con qué quedarse. A lo mejor hacen bien los que siguen acudiendo a los vinilos.

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