viernes, 9 de febrero de 2018

Tres Stabat Mater de Pergolesi

Como este fin de semana espero escuchar en Valencia el Stabat Mater de Pergolesi a cargo de Fabio Biondi –aunque obviamente no viajo por eso, sino por el Peter Grimes–, he decidido escuchar seguidas tres grabaciones de esta obra maestra del malogrado compositor italiano que no conocía: la de Christopher Hogwood con la Academy of Ancient Music (Decca), la de Diego Fasolis con I Barrochisti (Erato) y la del propio Biondi con Europa Galante (Virgin), por este orden. Las tres optan por instrumentos originales y por la combinación soprano-contratenor.


La de Hogwood quizá fuera la primera grabada con criterios historicistas, a todas luces mucho más adecuados para esta obra que los tradicionales. Cierto es que, sobre todo en lo que a ornamentación se refiere, la praxis allá por 1987 se quedaba un poco corta si tenemos en cuenta lo que ha llovido desde entonces, pero el desaparecido maestro inglés resulta irreprochable tanto en la articulación como en las fuerzas congregadas: ¿acaso vamos a acusarle de utilizar una cuerda nutrida, cuando sabemos que en la primera mitad del XVIII un mismo autor podía interpretar su obra con plantillas por completo diferentes? Por lo demás, Hogwood dirige con sensatez, elegancia y buen gusto, alejándose de la frivolidad y teniendo siempre presente que esta es una obra religiosa. Emma Kirkby, con su voz pequeñita y sin vibraciones, se muestra muy centrada y sabe no resultar pizpireta, mientras que James Bowman deja constancia de su incuestionable clase. El problema de la interpretación, por parte de los tres intérpretes, es exactamente el que uno puede imaginarse: su sosería, su distanciamiento expresivo e incluso su parquedad de matices.

 
La de Fasolis es otro mundo. Registrada en Suiza en 2012, esta interpretación se ha convertido inmediatamente en mi favorita, incluyendo las otras ahora comentadas y las que conocía con anterioridad (Gracis, Rousset, Akademie für Alte Musik y muy operística de Pappano). La cuerda, de nuevo bien nutrida, frasea con una enorme sensualidad y elevado carácter cantábile. El continuo se enriquece con tiorba adecuadamente imaginativa. Los contrastes están mucho más marcados –sin necesidad de incurrir en violentos claroscuros– y los affetti están mucho mejor atendidos, también por parte de los cantantes: una Julia Lezhneva cuya voz oscura resulta de lo más adecuada –sin miedo, además, de vibrar con abundancia en los momentos puntuales adecuados– y un exquisito –no sé si en exceso– Philippe Jaroussky. Solistas y director sintonizan, en cualquier caso, en lo verdaderamente importante: una expresividad contenida pero sincera que subraya el carácter sacro –de una religiosidad “moderna” para una obra escrita en 1736, pero religiosidad al fin y al cabo– que posee la página, dejando de lado cualquier frivolidad más o menos pagana.


La grabación de Biondi, realizada en Bruselas en 2005, se mueve en el polo opuesto: orquesta mínima –instrumento por parte, tal y como se precisa en la partitura–, tempi rápidos, fraseo nervioso y un clave que sustituye al órgano en los dos números más extrovertidos, otorgando todo ello un carácter más bien profano a la obra. Entiendo que es una posibilidad, pero a mí no me acaba de convencer. Demasiada sequedad, poca “carne” tanto sonora como expresiva, rigidez en el fraseo, escasa diferenciación entre los números, parquedad en los affetti… Tampoco el violín de propio Biondi –más bien duro– frasea con la sensualidad debida. Órgano y clave sí que son extraordinarios, pero no nos libran del tedio. Tampoco lo hacen los solistas. Dorothea Röschmann es una cantante tradicional –vibra todo el tiempo– que en otras ocasiones –con Barenboim, por ejemplo– ha hecho cosas muy notables, pero aquí se muestra apurada en la franja aguda, optando además por un dramatismo un punto forzado semejante contexto interpretativo –Vidit suum–, mientras que David Daniels ni posee una voz del todo atractiva –falta de armónicos en el timbre– ni termina de estar centrado en la expresión, de nuevo más laica que religiosa.

En fin, a partir de ahora, y a la espera de seguir descubriendo versiones, tendré a la de Fasolis como referencia para la partitura. Y a ver si en el concierto del domingo Biondi –asimismo con plantilla mínima, pero con otros cantantes– se muestra más inspirado que en el disco.

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